La luz del norte. Hideo Yokoyama.

Un arquitecto al borde de un desmoronamiento moral y físico casi total. Trabaja para un estudio poco destacado. Separado. Su hija pequeña se aleja lentamente.

Una petición inusual. Crear una casa a su antojo en un increíble lugar en las montañas.

Un logro. Aparece en las mejores selecciones de su profesión. Reconocimiento. Nuevas ilusiones y esperanza le alumbran cara un camino más próspero.

Pero, nadie vive en esa casa, ¿por qué?.


La respuesta a esta pregunta le obligará a realizar varios viajes físicos por Japón y por su cultura.


Se adentrará en emociones que pensaba ya estaban perdidas u olvidadas en su vida. Recuerdos de un pasado, no sé si mejor, pero seguro, distinto a un presente lleno de incertidumbre.


Este sencillo argumento nos transporta por dos claros viajes, uno acerca de la relación entre la arquitectura y el espacio que rodea a las personas. Otro viaje, interior y que transmite, principalmente emociones, ilusiones, miedos, trasuntos de una equivocación que llena la vida de varios de los protagonistas.


Con una prosa que ya me enamoró en la primera obra de este autor nacido en Tokio se describen en las 427 páginas, diálogos, reflexiones, descripciones de unas relaciones llenas de pasión e incertidumbre.


La traducción de Marina Bornas del japonés se expresa en esta novela muy propia de un buen fin de semana de calma y reflexión.

Edita, con muy buena calidad, Salamandra.




 

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