Muerte en Estambul

 Una asesina en serie anciana. Podría ser el subtítulo de esta particular aventura, la numerada como 5 del comisario griego Kosmas Jarito. 

Traducción de Ersi Marina Samará Spiliotopulu y edición, siempre cuidada y que aguanta el uso continuado, de Tusquets en su colección Andanzas (650).

El comisario Jarito quiere desconectar de su trabajo y del conflicto familiar que tiene con su hija. Pero no le dejan.

Viaja a Estambul con su mujer y un grupo de turistas griegos un tanto particular y que provocará momentos simpáticos. Es un viaje de placer si eso existe con la señora Jaritos y más en conflicto con su hija. Todo va como se espera, pero, de repente, una serie de crímenes llevan a la sospecha de que una mujer griega anciana está envenenando a distintos parientes y conocidos desde Grecia a Estambul.

Tendrá que sumergirse en la lucha ancestral que griegos y turcos vienen desarrollando desde milenios, para conocer qué está sucediendo ante esta serie de asesinatos premeditados.

El hilo de personas fallecidas nos conduce ante una serie de historias antiguas, de odios, envidias, amores que conducen inevitablemente a  la conclusión de que estamos ante una suerte de superheroína justiciera.

Con la ayuda de un particular comisario turco, Jarito nos adentra en los curiosos temperamentos que muestran los griegos que, durante décadas viven en Estambul. Sus anhelos, sus oscuros miedos y sus claros odios.

Petros Márkaris es un escritor de sensaciones, de emociones cotidianas, de búsqueda de tiempos y espacios propios. De conflictos tan sencillos que son universales, propios de cualquier cultura y en cualquier momento de la historia. Podríamos estar ante una narración sucedida hace cientos de años ya que los motivos que impulsan a los participantes son eternos: amor, fraternidad, envidia, lujuria, y así incontables.

No es Márkaris un autor de giros narrativos imposibles, de sorpresas que te dejan pensando un rato después de la lectura de ese párrafo, no abras el libro si buscas esto, déjalo; encontraras sencillez, ágil narración y emociones cotidianas. Eso, eso si es difícil, que la escritura muestre una historia sin excesos, no sobra un adjetivo, ni un sustantivo. 

Para disfrutar de una historia policíaca cotidiana.



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