Fahrenheit 451



Un clásico de la literatura universal. Una obra que después de más de cincuenta años no ha perdido ni un ápice de su poder de intimidación y de reflexión.


Recuerdo cuando leí, por primera vez en mi adolescencia, me impactó el poder de sugestión que Ray Bradbury transmite mediante sus personajes. Fue en un verano algo lluvioso, con mucho tiempo para leer, yo no era un experto en ciencia ficción y esta obra me mostro el gran poder como género que tiene el situar la acción en futuros en donde las personas no tienen el poder, sino que las diferencias nos conducen al abismo.


Posteriomente fue la película que François Trouffaut realizó adaptando la obra de Bradbury, las imágenes de los libros, la mirada de Montag, el fuego, personajes hechos persona, carne que arde, ideas que huyen y se pierden.
No se por que consideré que eso nunca sucedería.

La estética futurista mostraba una irrealidad que quizás en estos momentos de libro digital, pantallas planas, ordenadores portátiles, teléfonos que permiten conectarse a internet, quizás no estemos tan lejanos a ese futuro de ideas planas.


Ahora me adentro nuevamente en la novela mediante la adaptación que Tim Hamilton realiza de este clasico.
Con una estética diferente de la mostrada por Trouffaut, con una narrativa ágil y con un exceso de primeros planos, se muestra el odio a lo desconocido, a lo diferente, que la lectura nos proporciona.
La escena cuando los bomberos acuden a la casa de Montag, y él abatido, dice "me está pasando a mí", es de una fuerza terrible, impactante.

No dejemos de leer, aunque sean pantallas de ordenadores, blogs, correos electrónicos, tengamos siempres presente que los libros no son nuestros enemigos, algunas ideas sí.

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