El bosque de los suicidas

 Es uno de los actos humanos más difíciles de analizar y comprender.

Recuerdo en mis primeros años de facultad escuchar atentamente exposiciones antropológicas que hablan de la autolisis como una reducción del dolor psicológico; En esa explicación nos narraba y describía con detalles el profesor como presenció en una ocasión el suicidio colectivo de las mujeres de un poblado amazónico, posterior  al fallecimiento natural del jefe de la tribu. Decidían arrojarse por un precipicio mientras corrían de forma frenética gritando desconsoladas. Desgarrador.

Lo que más llamaba la atención del antropólogo, era la actitud que mantenían los hombres del mismo poblado. Observaban, sin consolar, impedir, esta acción tan drástica. Aceptaban su decisión personal. 

Entendía el observador que la pérdida de su líder provocaba un dolor tan inenarrable que comprendían los demás esta expresión emocional.

Cuando encontramos sentido, podemos aceptar, cómo realizaban estos individuos en el amazonas, una decisión tan extraña al propio sistema natural del ser humano. 

Sobrevivir y modificar nuestras condiciones es una directriz básica de nuestro cerebro. Adaptación. Pero en algún momento las condiciones vitales que pensamos son constantes se modifican y entonces surge una idea autodestructiva, dolor, sufrimiento, culpa, odio, se mezclan formando un amargo cóctel emocional. Provocamos nuestra muerte de una forma directa y trágica.

Me llaman la atención ciertas obras de ficción que analizan comportamientos y conductas de autolisis y suicidio en personajes que sufren. Por este motivo me acerque a la novela gráfica El bosque de los suicidas.


Novela gráfica con mayúsculas, a color, con guion de El Torres y afilado dibujo de Gabriel Hernández Walta.


La editorial granadina Karras Comics publicó en octubre del 2021 una cuidada edición, actualmente agotada, de esta historia de amor, drama y dolor; y fantasmas. Elementos todos ellos que son los ingredientes que alimentan, condimentan las historias de terror, porque de esto estamos hablando, de terror psicológico.


Japón. Nawahara. Aokigahara es el Mar de árboles. Un poblado bosque de 35kms cuadrados llenos de misterio, tradiciones y leyendas. Espacio habitado por demonios, fantasmas y espíritus.

Los turistas tienen zonas acotadas para adentrarse en el bosque y se pueden ver por distintas demarcaciones grandes señales que advierten en distintos idiomas que la vida merece ser disfrutada y peticiones para que no te suicides si esa es tu desterminación.

He oído decir que el suicidio es una sensación de autoridad sobre la vida sin rumbo.

Ryoko Watanabe es una guarda forestal un tanto peculiar, conjuntamente con su perro Shiro y su compañero novato, y un tanto miedoso, Taro; este pequeño grupo se encargan de vigilar el Mar de árboles, y hacen un descubrimiento.

Alan es un gaijin que tiene una relación de pareja tormentosa con la inestable Masami. Alan no soporta más y decide romper la relación. Ante este doloroso acontecimiento, Masami, toma una decisión traumática, se quitará la vida en Aokigahara.

Alrededor de Alan se suceden una serie de hechos trágicos y espantosos. Y también en la vida de Ryoko.

Historia de amor y espíritus, de palabras hirientes y conflictos no resueltos. Historias que todos llevamos dentro y nos comen nuestro estado de ánimo. Guion muy elaborado y efectista de El Torres que no te dejará indiferente.

Mención aparte es el grafismo de Gabriel Walta, transmite una fuerza única,  y al mismo tiempo una ternura que me produce al contemplar viñetas con dolor y sufrimiento.

El ritmo secuencial es rápido, generoso en acción y con diálogos certeros. Hay varias viñetas que ocupan la narración entera con planos descriptivos dominantes en una acción que cuando se muestra genera inquietud en nuestras agitadas neuronas.

El uso del color, elemento fundamental en la narración, proporciona una textura necesaria con predominio de claroscuros, rojo, negro, blancos, verdes, tonalidades propias de un estado de ánimo alterado y carente de equilibrio.

Tapa dura. Portada llamativa. Obsequio de un punto de lectura. Edición muy cuidada de Karras para bibliófilos.

Si no lo has leído, estas tardando.

💣💣💣💣 


Comentarios

Además